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Tengo los pies cocidos

Por Miguel Ángel Bolaños

Es sábado 24 de agosto y la media es de 35 grados en la zona donde realicé la ruta ese día, por el Pantano de San Juan, a unos 50 km de Madrid.

Llego a casa y voy directamente al garaje, no solo para dejar la bici a la sombra, y ponerla de nuevo a cargar en cuanto se enfríe el motor para la ruta del día siguiente, sino porque es el lugar más fresco de la casa, donde aprovecho para cambiarme de ropa e hidratarme bien para bajar la temperatura corporal antes de tirarme literalmente a la piscina, evitando así un cambio brusco de temperatura.

Y mientras llevo ya unos minutos en la sombra, bebiendo medio litro de Aquarius casi de un trago, aún antes de cambiarme, noto una sensación extraña: el cuerpo me ha bajado rápidamente de temperatura, pero tengo los pies cocidos y no los aguanto más.

Bajo la mirada al suelo, y antes de quitarme siquiera el casco, en esta ocasión, lo primero que me quito son las zapatillas y los calcetines: ¡qué alivio andar descalzo sobre un suelo frío!.

Pensé: estamos en agosto, hace mucho calor y después de más de 3 horas y casi 60 km es normal que tenga los pies “cocidos”. Pero en el inconsciente había otra idea que me pasó inmediatamente por la cabeza: ¿pero qué demonios hago pedaleando en agosto con exactamente las mismas zapatillas que llevo en otoño y en invierno?

Tengo 2 pares de zapatillas de montaña para enduro que voy alternando en función del tipo de salida, y ambas son bastante cerradas y gruesas, incluso algo resistentes al agua, pero sin llega a tener Goretex ni otras membranas específicas para lluvia o frío intenso.

Y entonces, ¿qué hago usando exactamente el mismo calzado casi todo el año? La verdad, es la primera vez que me lo planteo y la respuesta es bien sencilla.

Los que montamos en bici todo el año nos preocupamos de tener ropa de verano, de entretiempo y de invierno. En cambio, ¿qué ocurre con las zapatillas? Pues que no existe esa diferenciación porque no hay calzado específico para verano. Si bien en invierno sí hay modelos más abrigados o listos para la lluvia, no hay nada parecido para el verano, con mayores aberturas, tejido más fino… en definitiva, para una mayor transpiración.

Lógicamente, en verano uso calcetines más finos, dejando los de lana merino para el frío, pero por muy finos que sean, apenas se nota cuando el calor aprieta de verdad y la zapatilla es la misma.

Un nicho de mercado con una gran oportunidad

Es cierto que puede haber en el mercado algunos modelos de zapatillas más finos o más frescos, al igual que cuando tienes 2 cascos similares, pero uno transpira más que otro y ese lo usas en los días más cálidos, pero no existe el concepto de calzado específico para verano dentro del mundo del ciclismo. Y ciertamente, veo un nicho de mercado con una gran oportunidad. Me explico.

Sería muy interesante por parte de los fabricantes crear el concepto de marketing entorno a la idea de usar un calzado específico para verano, al igual que lo hay para invierno. ¿Por qué no? Al fin y al cabo, y sin entrar en la eterna discusión de si el marketing crea o satisface necesidades, en esta ocasión, ¿sería una necesidad inventada o una moda pasajera como hemos visto otras veces con otros productos? Yo lo tengo claro, en esta ocasión, es una necesidad real que respondiera de verdad a una necesidad insatisfecha, y eso es marketing. Pensemos además, en combinar ese calzado de verano con calcetines específicos para verano, o con otros productos asociados como cremas o geles que aporten frescor… hay un mundo de posibilidades asociadas.

Se beneficiarían los fabricantes, ya que ampliarían la gama de producto y quien sabe si con el tiempo, todos acabamos teniendo calzado específico de verano y de invierno como hacemos con la ropa o los guantes sin dudarlo. Nunca se sabe, pero tampoco parece descabellado. ¿O es que ya no nos acordamos cuando hace muchos años todos los cascos eran semejantes y ahora hay uno específico para casi todas las disciplinas de ciclismo?. Todo ha ido evolucionando. ¿Y por qué no pensar en zapatillas diferentes según la temporada?

Creo que también se beneficiarían los usuarios que montan en bici en verano y sufren los excesos del clima como yo lo sufro en verano, evitando así los “pies cocidos”. Muy especialmente en todos los países del Sur de Europa, pero también en otras muchas latitudes del globo.

Phil Knight, el fundador de Nike, es conocido por haber dicho: “Cuando no sabíamos cómo venderlo, simplemente inventábamos un deporte.” Esa es la magia del marketing, puesto que refleja su enfoque innovador y creativo en la comercialización y el desarrollo de productos.

Al fin y al cabo, marketing es identificar, anticiparse (si es posible) y satisfacer las necesidades de los clientes, y la creación de este nuevo concepto de calzado por temporada, o especialmente para verano, no es más que una buena prueba de ello.

Y lógicamente, la primera marca que se posicione en ese nuevo segmento y se apodere del concepto, será vista como una empresa innovadora, que escucha las necesidades de los clientes y se adelanta a otras empresas competidoras, lo que muchas veces es precisamente la principal arma con la que cuenta el marketing: ser el primero en algo. Por eso, las marcas que invierten en I+D suelen ser las líderes del pelotón, mientras que el resto van a rebufo, por utilizar un claro símil ciclista.

Señores fabricantes de calzado para ciclismo, les regalo la idea de crear este nuevo concepto de producto. Quizá no sea el mayor, al menos a corto plazo, pero no por ello despreciable. Y quién sabe, a lo mejor para el verano próximo, tenemos novedades. En cuyo caso, recuerden este artículo, y recuerden también las palabras del fundador de Nike, un genio del marketing.

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