Victor Gil Matías fundó la empresa en 1933 en Collado Villalba (Madrid) y al principio se dedicaba al servicio de alquiler de bicicletas. Con el paso de los años, el negocio se diversificó hacia la venta y la reparación. Al frente de esta empresa familiar se encuentra ya la tercera generación.
“Todo comenzó como un simple alquiler de bicicletas. Collado Villalba era una ciudad a la que la gente venía a veranear y, como no todo el mundo podía costearse una bicicleta, la alquilaban. En esos momentos era un producto de lujo”, relata Juan González, yerno del fundador de Bicicletas Hijos de Víctor Gil. Juan comenzó con solo 24 años en este negocio familiar, en 1969. Desde entonces, y hasta su jubilación, le ha dedicado toda su vida. A Juan le acompañó, desde 1980, su sobrino y uno de los nietos del fundador, Víctor Trapero Gil.
90 años de historia
Cuando se creó la empresa, alquilar una bicicleta costaba 10 céntimos (de peseta) la hora. Sin embargo, el fundador, Víctor Gil, pronto se dio cuenta de que no obtenía la rentabilidad necesaria para continuar con el negocio a flote, ya que en varias ocasiones los usuarios devolvían las bicicletas con alguna avería que suponía un coste mayor que el beneficio que se obtenía por el alquiler.
Fachada de la tienda (año 1980). Carmen Gil (hija de Víctor Gil) y Jesús Trapero (marido de Carmen). En el centro, María Dolores González (nieta de Víctor Gil e hija de Dolores Gil y Juan González).
Por eso, en 1940 se convierte también en tienda y comienza a vender bicicletas. “Después de la guerra se empiezan a vender bicicletas a particulares y también se dejaban en depósito. Por ejemplo, se vendían a farmacias, tiendas de muebles, ferreterías… para que la gente las comprase”, explica Juan.
De esta manera, se recorrían los alrededores de Villalba con una furgoneta llena de bicicletas y se ubicaban en diferentes pueblos para que los vecinos las adquiriesen. “Gracias a nuestro servicio, muchas personas se han convertido en vendedores de bicicletas. También fuimos el primer proveedor de bicicletas de Pryca (actual Carrefour). En realidad, estábamos funcionando como distribuidores, pero con un margen muy pequeño”, relata.
En aquella época trabajaban con marcas como Orbea, BH, Atroz, Asagio, Dal o Peugeot y aseguran que en los años 80 se vivió una auténtica revolución gracias a la llegada de los nuevos modelos de bicicleta: las BMX y las plegables.
Sin embargo, a partir de los 2000 aparecen nuevos puntos de venta, lo que acarreó más competencia, y la distribución de bicicletas se convirtió en una “actividad sencilla”.
El taller, fundamental
“Siempre hemos considerado el servicio taller como algo muy importante y necesario”, comentan Juan y Víctor.
De acuerdo a la actual situación de la industria de la bicicleta, en lo que a la adquisición de materiales y/o componentes se refiere, ambos aseguran que “la venta ha bajado mucho”.
Sin embargo, afirman que “el 80 % de nuestra facturación proviene del taller y también de la venta de accesorios, pero la gente viene, sobre todo, a que le reparemos su bicicleta”.
El crecimiento del comercio electrónico supone una preocupación para tío y sobrino, porque lo ven como una de las principales barreras: “La gente se ha vuelto tan cómoda que lo compra todo a través de Internet y no viene a la tienda física”.
Una escuela para formar ciclistas
Además de una tienda de venta y reparación de bicicletas, que ofrece gran variedad de accesorios y repuestos, este negocio familiar fundó una escuela municipal para formar a ciclistas llamada Peña ciclista Hijos de Víctor Gil.
“De la escuela, que estaba considerada como una de las mejores de la comunidad, han salido chavales que ahora son ciclistas profesionales, como Pablo Verona”.
Supone una manera muy diferente de permanecer vinculados al mundo de la bicicleta, puesto que ellos mismos acompañaban a los jóvenes en las carreras y organizaban rutas por los pueblos de alrededor por auténtico hobby.
“Intentábamos conseguir apoyo comercial y el Ayuntamiento nos subvencionaba, porque estaba considerada como una escuela municipal”, cuentan Juan y Víctor.
Dicha escuela estuvo activa hasta el año 2015, pero la familia Gil continúa con la tienda y sobre todo, con la esperanza de que otra generación se haga cargo del negocio cuando Víctor se jubile.