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Cuando la bicicleta forma parte de lo que eres y lo que haces

Por Arantxa Hernández

Cuando desde Bicicleta me invitaron a colaborar y a formar parte de esta “familia”, lo primero que me pregunté fue cuál era mi aspecto diferencial respecto a otros excelentes blogueros y blogueras que alimentan este espacio y por los que siento gran admiración.

Así que decidí que lo mejor para esta primera entrada era presentarme, hablar de mis motivaciones y lo que me aporta la bicicleta y las Vías Verdes en lo profesional y lo personal. De esta manera, los lectores y lectoras de este medio podrán entender mejor por dónde van a ir las futuras entradas. 

Empezaré diciendo que soy una apasionada de lo que hago, y que me cuesta diferenciar dónde acaba lo profesional y empieza lo personal y viceversa. Creo que esto es lo que más me define.

Formación y primeros pasos

Soy licenciada en ciencias políticas y sociología por la Complutense. A esto de la movilidad sostenible, el cicloturismo y las bicicletas llegué pronto, mientras cursaba una especialización en ordenación territorial y medio ambiente. Allá por 1997, en pleno máster de la Politécnica de Valencia, surgió un viaje al antiguo trazado del ferrocarril Alcoy-Gandía. Aquello fue todo un descubrimiento.

Me pareció una idea tan increíble, que me quedé con las ganas de saber más sobre esta iniciativa. Así que en cuanto surgió una visita y unas prácticas en la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, que en 1993 ya habían iniciado el Programa de Vías Verdes (¡acabamos de celebrar los 30 años!), allá que fui la primera.

Durante ese tiempo, tuve el privilegio de conocer a magníficos compañeros y a los entusiastas directores de entonces, Carmen Aycart y Joaquín Jiménez, de cuya mano comenzó mi primera colaboración. ¿En qué consistió? Nada más y nada menos que en la realización del primer estudio de identificación de la ruta EuroVelo 1 que se hacía en España.

EuroVelo 1: “aquí me enganché del todo”

Recuerdo aquella experiencia como todo un regalo. Me planté en la frontera entre España y Francia en Irún con un todoterreno y una bici en el maletero y durante muchas semanas y bajo un calor tórrido recorrí junto con otro compañero, tan becario como yo, cerca de 2.000 km buscando los mejores itinerarios no motorizados que reflejábamos después por tramos a modo fichas. Así hasta la frontera con Portugal en Ayamonte. Sin duda aquello fue una de las vivencias más gratificantes que he tenido nunca. ¡Y además me pagaban por ello! Tanto, que traté siempre de seguir vinculada a estos temas de los ferrocarriles en desuso, la movilidad sostenible, las vías verdes, el cicloturismo…

Luego vino la reunión internacional de lanzamiento de EuroVelo que tendría lugar en 1998 en Logroño. Por cierto, que este dato apenas se conoce. Sí, EuroVelo tuvo su lanzamiento en España, y la Fundación tuvo mucho que ver en ello. Aquí ya me enganché del todo.

Sin embargo, yo no había vuelto a montar en bici desde que era niña (en aquella BH de color rojo). Mi novio de aquel entonces – hoy mi marido -, amante como pocos de las dos ruedas, tuvo que “actualizarme” en el uso de la bicicleta. Para mí, como para tanta gente de nuestra generación, la bici había sido poco menos que un juguete que se iba poco a poco abandonando al ir creciendo.

Vías Verdes: trabajo y pasión

A partir de esta experiencia del estudio de EuroVelo y descubrir las antiguas vías de ferrocarril, con su enorme patrimonio (aquellos túneles, viaductos, estaciones) y sus posibilidades para el turismo activo, me fui enamorando de todo este mundillo. Desde ese momento me convertí en usuaria de Vías Verdes y realicé el curso General de Transportes Terrestres de la Fundación que ya va por su 36º edición. Muy recomendable, por cierto.

Después me pasé varios años realizando otros trabajos en varias consultoras sobre planificación, mercado, estudios sociológicos y desarrollo rural. También trabajé para editoriales redactando guías de viajes de destinos nacionales e internacionales, donde mi pasión por los viajes y el sector del turismo fue incrementándose. No obstante, deseaba volver a esto de las Vías Verdes (¡me había cautivado el asunto!).

Una nueva oportunidad se presentó en el año 2001 y así, persiguiendo el objetivo me fui vinculando cada vez más a la FFE, creciendo y… hasta hoy. Desde hace unos años ocupo el puesto de gerente de Vías Verdes en la Fundación y soy la secretaria general de la Asociación Europea de Vías Verdes.

Más allá de lo profesional…

Pero mi vínculo con las Vías Verdes, con la bicicleta y con el cicloturismo va más allá de lo profesional. En el fondo, es muy personal, algo que le ocurre a muchas personas en el sector de la bicicleta.

Trato de ser coherente entre lo que pienso, lo que digo y lo que hago y por eso moverme en bici en la ciudad en la que trabajo, Madrid, – que no es precisamente una ciudad amable para la movilidad activa en bicicleta – me parece una acción necesaria por los tantos motivos que ya todos conocemos. Vivo fuera de la ciudad y en una localidad sin acceso por ferrocarril (aunque siempre me he movido en transporte público) por lo que la implantación del sistema de bicicleta pública de BiciMad en 2014 fue el empujón definitivo para incorporar el uso de la bicicleta a mi movilidad cotidiana y a la defensa del #BikeToWork. Además de practicar ciclo indoor o el llamado spinnig varias veces por semana.

Pero sobre todo me considero una usuaria más de las Vías Verdes, de las nuestras y también de las de otros países. Mi ocio y vacaciones en familia – y también una salida al año en solitario, que es muy sano y recomendable – funcionan en torno a estos itinerarios y su recorrido en bicicleta. No podía ser de otra manera. Yo, trabajando en la promoción de Vías Verdes, mi pareja ciclista medio pro– de toda la vida, amante del entreno y los viajes en bici y después la llegada de una maternidad atípica en 2007. ¿Y esto que tiene que ver? Pues mucho. Lo que más. Os lo explico.

“Familia ciclo-diversa”

Soy madre de un hijo con una discapacidad intelectual severa con afectación motórica o de movilidad, usuario de silla de ruedas. Y también de otro chaval, este, totalmente “neurotípico” de 12 años, de lo más activo, que aprendió a montar en bici antes que a controlar los esfínteres, pues venía a sumarse a lo que yo denomino una  “familia ciclo-diversa”.

Solo diré que los viajes en bicicleta en familia por Vías Verdes –los itinerarios más cómodos, fáciles y accesibles que puede haber- nos han salvado de caer en la inacción y en cierto fatalismo ante una situación familiar muy complicada marcada por la discapacidad.

Para mí y mi familia las Vías Verdes son la fórmula perfecta para que todos, cada uno con nuestras inquietudes y necesidades, podamos compartir viajes y vacaciones en las vías verdes de España o en las que se extienden por el resto de Europa (somos especialmente aficionados a las voie verts de Francia).

Pasión por la bicicleta

Hemos aunado la pasión por la bicicleta, la parte profesional y la realidad de la diversidad que aporta un hijo con discapacidad… y como resultado y solución de la ecuación nos han salido los viajes en bicis por vías verdes, en los que nuestro hijo puede seguir viajando con nosotros gracias a un remolque para bicicletas diseñado y adaptado mil y una vez por nosotros mismos según ha ido creciendo (ya tiene 17 años). Esta adaptación nos permite poder movernos con libertad, ser felices, mejorar nuestra salud mental y aseverar, en primera persona, que la bicicleta y las vías verdes son una parte importante de lo que somos.

Por último no podía terminar este artículo sin agradecer públicamente a Bicicleta y al Grupo C de Comunicación la oportunidad que me ha dado para escribir en este espacio, para mí tan apreciado. Gracias, amigos y amigas. Espero estar a la altura de este blog.

 Ahora ya me conocéis un poco más. 

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